“¿Qué
os han traído Los Reyes Magos?”
“¿Qué
habéis hecho este verano?”
“¿Qué
queréis conseguir el año que viene?”
Estas eran las típicas
preguntas que solían plantearme los profesores de Lengua, sobre las cuales y en
función del momento del curso escolar, tenía que hacer una redacción.
Posteriormente lo leía en alto ante mis compañeros o se lo entregaba al
profesor para que me pusiera una nota y me corrigiera las faltas de ortografía;
sin más, esa ha sido toda mi experiencia de creación literaria, que la verdad
si lo analizo, me parece muy triste y muy poco enriquecedora para mi formación
personal. Por aquellos años en mi centro educativo, mi profesor no
trabajaba la creatividad, creo que consideraba que era algo innato, con
lo cual imposible de mejorar a través de la práctica.
Este bloque me ha hecho darme
cuenta de cómo enfocar este apartado cuando sea maestra, cómo lo podría hacer
para intentar ayudar al máximo a los alumnos, que no se queden bloqueados ante
actividades de este tipo y que la información que reciban por mi parte, sea lo
más beneficiosa posible para ellos.
Evidentemente una tarea de
creación requiere su tiempo, no podemos pedirles que en 10 minutos se inventen
una poesía; necesitan organizar sus pensamientos, sus palabras, sus sentimientos
y saber qué es lo que realmente quieren expresar. Además después de cualquier
acto creativo hay que revisar la creación, al igual que lo hacen los grandes
escritores con sus obras, en el caso de los niños es lo mismo y es aquí donde
se incluye también la ortografía.
Una vez realizado el texto (en
prosa, verso o diálogo teatral) y entregado al profesor, es donde entran en
juego las tan temidas correcciones. Lo importante es que en ellas siempre
aparezcan la forma para poder mejorar su obra, qué cosas podría cambiar para
incrementar su calidad. Por ejemplo, una forma de hacerlo sería reescribir su
texto de forma cooperativa, se puede leer en voz alta y entre todos ver las
ideas para mejorarla. No se trata de poner una nota, sino anotaciones con aspectos
a mejorar, siempre sacando el lado positivo, valorando el esfuerzo realizado,
además de esta forma, no les penalizamos con la elaboración de la misma tarea,
sino que le damos las herramientas: apuntes, sugerencias, anotaciones, etc…para
que pueda mejorar en la próxima y que podamos ver la evolución que va teniendo.
Las Técnicas de Rodari me
parecen una gran herramienta, tanto para el profesor como para los alumnos. La
técnica de la palabra, del binomio fantástico, de la hipótesis fantástica, el
prefijo arbitrario, el error creativo, viejos cuentos, etc… me parecen todas
ellas unas ideas fantásticas para que los niños jueguen con las palabras,
cambien viejas historias conocidas, aumenten
la creatividad, la motivación y de esta forma intentar captar también su
interés por la lectura a través de la creación.
¡Ojala me hubieran enseñado a
mí se esta forma!
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEs un artículo muy cortito y muy personal en el que recoges las ideas fundamentales del módulo, pero has profundizado poco, no has investigado nada y has dejado algunos aspectos (que pueden considerarse secundarios pero también son importantes) sin tratar. Es aceptable, pero no pasa de ahí.
ResponderEliminarFalta bibliografía y las webs prácticas recomendadas para padres y maestros sobre el tema que has leído y trabajado.