A los largo de este tercer bloque
he podido realizar un análisis de la
literatura española y la enseñanza literaria en Primaria; un breve recorrido
por la literatura de nuestros país, cómo seleccionar y adaptar estos textos,
así como una serie de actividades lúdicas que pretenden acercar a los alumnos dichas
obras.
La historia de la Literatura en
sí misma, no es un contenido curricular en Primaria, pero es cierto que en el
colegio, en el aula y en los libros de textos, aparecen multitud de lecturas, o
utilizamos otros fragmentos que pertenecen o hacen referencia a nuestras obras
clásicas. Con lo cual lo que me ha parecido muy interesante de este bloque es
el poder conocer cuáles podrían ser unas buenas estrategias para seleccionar,
adaptar y presentar esas obras clásicas, aunque sean pequeños fragmentos, para
que los alumnos se vayan familiarizando con ellas y vayan adquiriendo un mayor
interés por las mismas.
Antes de comenzar con la
educación literaria, vamos a comenzar realizando un pequeño recorrido por la
literatura española.
Los primeros textos artísticos
conocidos datan del siglo X, escritos en lengua romance, son las jarchas
mozárabes; pero no es hasta el siglo XII cuando surge definitivamente la
literatura en lengua vulgar con el Mester de Juglaría; se trataba de una
literatura oral con temática amorosa y militar.
La sociedad feudal se basaban
en cuatro pilares básicos y en cada uno de ellos encontramos: en el pueblo,
movimientos literarios orales como los romances y cantarcillos; en el estamento
militar, hazañas de los héroes del pueblo como por ejemplo, El cantar del Mío
Cid. En el estamento eclesiástico, Los Milagros de Nuestra Señora y en la
nobleza, las cantigas de amigo y amor.
En el siglo XIV desaparecen los
cantares de gesta y el Mester de clerecía, dando paso a tres grandes autores:
Juan Ramón Ruiz (arcipreste de Hita), el canciller Ayala y don Juan Manual.
Posteriormente en el siglo XV, Juan de Mena (marqués de Santillana) y Jorge
Muriel fueron los mejores autores medievales. En los límites de este siglo
aparece la obra universal de La Celestina, firmada por Fernando de rojas.
El
espíritu renacentista se caracteriza por una visión entusiasta del hombre como
individualidad, por una nueva concepción de la vida en política, arte,
literatura, ciencias y costumbres. La literatura cortesana de Garcilaso,
Gutierre de Cetina, Diego Hurtado de Mendoza... Pero también hay en España un
Renacimiento religioso representado por las tendencias ascéticas de Fray Luis
de León y místicas de santa Teresa de Jesús y de san Juan de la Cruz.
En
este siglo XVI aparecen dos obras que llaman la atención por su modernidad: el
anónimo Lazarillo de Tormes y el universal Quijote de Miguel de Cervantes, en
el que se refleja un mundo donde aparecen todos y cada uno de los elementos que
configuran la sociedad de la época.
Ante
la Contrarreforma y el Concilio de Trento surge el barroco, con una amplia decadencia
en todos los ámbitos de la sociedad; sin embrago este siglo XVII es el siglo
más brillante de nuestra literatura y nacen tres grandes corrientes: la
popular, el conceptismo y el culteranismo, como necesidad a la aparición de
nuevos temas; Lope de Vega, Quevedo y Góngora son los máximos exponentes de
ellas, respectivamente.
En cuanto a la literatura
moderna, en el siglo XVIII se impone el Neoclasicismo y la vuelta a la estética
clásica, la Ilustración, con autores como Leandro Fernández de Moratín, don
Ramón de la Cruz y el prerromántico Cadalso, que consiguen superar la profunda crisis
literaria de la época.
El siglo XIX con el romanticismo
surgen autores como Estébanez Calderón, Mesonero Romanos, el duque de Rivas,
Zorrilla, Larra, Espronceda, Hartzenbusch; que desarrollaron el verso, el
teatro y el artículo periodístico. A partir de 1850, aparece Rosalía de Castro
con una poesía intimista tanto en gallego como en castellano y Béquer se
constituía en el primer poeta español moderno.
En el siglo XX surge un
movimiento la Generación del 98, tomando conciencia de la decadencia de España
y un deseo pertenecer a Europa, autores como Azorín, Baroja, Unamuno, Antonio
Machado y Valle-Inclán.
Alberti,
García Lorca, Jorge Guillén, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, Pedro Salinas,
Vicente Aleixandre, Luis Cernuda y el epígono Miguel Hernández como autores integrantes de la Generación del
27, en la que quieren recuperar a Góngora ya olvidado.
En la
posguerra, La familia de Pascual Duarte de Cela y Nada de Carmen Loforet fueron
las obras narrativas más destacadas. Posteriormente, a partir de
sesenta/setenta surgen generaciones como lo “Novísimos”, en la que la
literatura se llena de música e imagen.
Por otra parte y después de
este recorrido histórico, nos adentraremos en la educación literaria, y es que la
literatura, al igual que otra lengua, consiste en un sistema de signos, con la peculiaridad
de que es capad de generar nuevos signos en los receptores. Además que el fin
de los textos literarios es el acto comunicativo y por lo tanto como cualquier
otro acto comunicativo tiene sus componentes: emisor, receptor, mensaje, canal,
código y referente. Sin embargo en la literatura lo fundamental es el emisor en
su contexto, el receptor en el suyo y el mensaje.
El emisor tiene la potestad de
inventarse mundos, formas de vida, vivencias, ser omnipresente, juzgar a los
personajes, etc…plasmarlo y dejar constancia de su obra. El receptor sin
embargo, recrea lo que lee, reinventa
nuevos signos, siendo esto lo realmente positivo, que cada uno lleguemos a una
lectura de la obra, con diferentes visiones, aunque sea diferente a la que hace
el profesor de lengua o al referente del autor, en eso personalmente creo que
consiste el arte.
Las
obras literarias también pueden agruparse en función de características
formales o temáticas, así en la clasificación clásica encontramos la épica, con
grandes hazañas, romances, cuentos… y la dramática, con comedias,
grandes pasiones y conflictos
sentimentales.
Además
existen otras clasificaciones a parte de las tradicionales, como por ejemplo la
subliteratura, la cual define a un grupo de obras literarias que no siguen
alguno de los presupuestos que hacen que un texto sea considerado artístico, ya
que su afán es puramente mercantilista.
Por otra parte, en cuanto a la
selección y adaptación de este tipo de textos literarios, lo primero que necesitamos como maestros, es conocer en
profundidad a nuestros alumnos, saber cuáles son sus intereses y cuáles son las
actividades que más les van a transmitir.
Es cierto que muchos profesores emplean el libro de texto como si no tuviesen
otras opciones, perdiéndose de esta forma otras propuestas que le podrían
resultar enormemente interesantes.
Otro aspecto relevante a la hora de trabajar en el aula, es el hecho
de tener muy claro que una cosa es la lectura de textos
literarios infantiles y otra el trabajo que se hace con los textos
seleccionados, dos tareas muy diferentes; en la primera, el objetivo es
disfrutar de la obra, mientras que en el segundo se trata de ampliar la cultura
de los alumnos así como ejercitar otras habilidades lectoras básicas. Igual a
día de hoy estas actividades se trabajan de forma diferenciada, pero la
experiencia que tengo como alumna no es así, pretendían que disfrutáramos y a
la vez ampliáramos nuestra cultura literaria y habilidades lectoras a la vez,
siendo en muchos casos frustrante al no satisfacer tus intereses.
Recuerdo que en Bachillerato
nos hicieron leer la primera parte de El Quijote, haciendo resúmenes de cada
capítulo y un examen posterior, no sé hasta qué punto era adecuado ese trabajo,
ya que resultaba muy complejo comprenderlo para nosotros, nada significativo,
alejado de nuestros intereses y que tampoco te acercaba tanto la obra y al
autor. Creo que si lo hubiera enfocado de una manera más lúdica o con otro tipo
de actividades como de las que posteriormente hablaremos hubiera sido mejor,
más positivo y más enriquecedor para nosotros.
Lo que sí que es cierto, es que
si necesitamos elegir textos, aunque sean breves, necesitamos que estén
completos y que aparezca reflejado claramente la presentación, el nudo y el
desenlace. Intentando respetar la forma y en caso de los textos más largos,
también la coherencia, a pesar de que utilicemos la técnica de “cortar y
pegar”.
Actividades como los proyectos de aprendizaje en los que se
fomente la competencia de aprender a aprender o la de autonomía e iniciativa
personal entre otras, trabajando de forma cooperativa, heterogénea, con sus
propios objetivos y su propia evaluación; o las
Webquest, consideradas como una herramienta
que forma parte de un proceso de aprendizaje
guiado, con recursos principalmente procedentes de Internet,
que promueve la utilización de habilidades cognitivas
superiores, el trabajo cooperativo, la autonomía de los estudiantes e incluye
su propia evaluación; o los números
monográficos que aparecen en los periódicos
escolares o las jornadas culturales entre
otras, son actividades y propuestas que se debería fomentar aún más si cabe su
puesta en práctica, ya que son experiencias complementarias, muy enriquecedoras
y que en muchas ocasiones, les resultan mucho más significativas que el simple
hecho de leer un fragmento de una obra clásica en voz alta en la hora de
Lengua.
Bibliografía utilizada apuntes
de clase.
Webgrafía: